Las Habilidades Sociales son un conjunto de conductas o capacidades que nos permiten desenvolvernos de forma eficaz ante una situación social determinada.
El ser humano es un ser social por naturaleza, necesita contar con relaciones adecuadas donde además de sentirse valorado, sea apreciado para mantener un buen estado emocional. Al no contar con buenas relaciones se corre el riesgo de asumir comportamientos hipersensibles, resentidos, irritabilidad y frialdad que se ven reflejados en nuestra calidad de vida.
Como dice Ferran Ramon Cortés, experto en marketing y comunicación: “todo lo que hacemos por los demás nos provoca energías positivas y negativas”. Para ilustrarlo, podemos imaginar una balanza en la que ponemos en un platillo todo lo bueno que ocurre en el contexto de la relación (y que genera emociones positivas) y, en el otro, todo lo malo (y que provoca emociones negativas). Esta balanza nos ayuda a determinar dónde se encuentran cada una de nuestras relaciones desde el punto de vista emocional. Si en una relación dominan las emociones positivas, entonces esta tendrá buena salud, mientras que, si la balanza tiende hacia lo negativo, la relación está claramente en riesgo. Hay una característica que hace especial a ésta balanza. Según las últimas investigaciones neurológicas, los actos positivos y negativos, desgraciadamente, no pesan lo mismo y los actos negativos tienen un peso muy superior a los actos positivos.
Bajo este panorama, de manera sencilla se darán a conocer algunos comportamientos y conductas habituales para tener en cuenta en el manejo de las relaciones interpersonales, con el fin de mejorar nuestra calidad de vida y fortalecer nuestras habilidades sociales. El propósito es llevarlas a la practica en lo cotidiano así:
Empezar a trabajar en la coraza que, en ocasiones llevamos puesta y nos impide actuar de manera apropiada.
Interesarnos mucho en estar presente. Desconectarnos de los distractores (pendientes, problemas) que hacen que nuestra mente esté en otro lugar mientras conversamos con alguien o hacemos alguna actividad.
Observar los patrones defensivos propios y estar abiertos a la retroalimentación en las conversaciones, y estar atento a los comentarios que hagamos.
Mostrar nuestras diferencias con suavidad. “La miel puede más que la hiel”.
Tener clara la intención en las conversaciones de manera que se pueda llegar a acuerdos.
Eliminar de nuestros comportamientos y conductas habituales, las criticas destructivas, falta de atención en las conversaciones, falta de empatía, no comprender al otro, entre otros.
Incrementar en nuestras acciones: la generosidad, dar las gracias, comprender antes de ser comprendidos, ser cuidadosos, tener en cuenta los detalles y que el comportamiento cotidiano sea lo más auténtico posible.
Como siempre, si nos entrenamos y tomamos conciencia, nos daremos cuenta de la importancia de fortalecer las habilidades sociales. Ya sabemos que al hacerlo, nuestra calidad de vida se verá favorecida.
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